medio, no tiene ningún inconveniente en repartir sus presas y atributos como lo hace la primera, pero sin la búsqueda del disfrute, o la ninfomanía de ella. Sólo le interesa su aprovechamiento y en eso es un poco Lagarta. A medida que mejora la oferta, sin ningún problema cambia de postor y se consiguen otro amante para exprimirlo. Generalmente es un hombre mayor y casado. Las señoras las conocen como las Fufurufas o las Fufas.
La Loba puede ser un poco Zorra, un poco Perra, pero se caracteriza por que lo que más le interesa es andar en manadas con otras Lobas, en busca o de los placeres de la carne o de las ventajas del dinero o de los autos o todos los anteriores. Generalmente hablan a los gritos, en forma chillona, tratando de llamar la atención, a la puerta de un auto lujoso con la puerta abierta y el equipo de sonido prendido a volumen extravagante. La coquetería es su carta de presentación, aunque no estén siempre dispuestas a ceder. Era muy común encontrarlas acompañando a los Lobos, pero han sido peligrosamente desplazadas por las Grillas, que las tienen en un serio peligro de extinción.
Las Grillas están más vigentes que nunca, han tomado un poco de todas las características de sus predecesoras más veteranas y de pronto un poco anacrónicas para el día de hoy. Lo más llamativo en ellas es el vestir, obsesivante ceñido a los designios de la moda imperante. Pelo cepillado a diario, teñido de rubio(con las raíces llamativamente negras), o mechones rojizos, o “rayitos” de decoloración. Tetas de una silicona siempre a punto de estallar, o por el tamaño, o por el realce a la fuerza de una talla menor en una camisetita imposible. Sostenes transparentes, ombligo al aire, pantalones descaderados, bronceado en cámara, celular de colores al cinto, no siempre activado. Pululan en manadas por la Zona Rosa de las ciudades, en las corridas de toros y son infaltables en las cabalgatas con sus amigos traquetos o emergentes. Allí no les falta el sombrero blanco. Cuando se les va la mano en licor se vuelven insoportablemente intensas, y necesitan ser el centro de atracción o sino arman el berrinche.
Las Gallinas generalmente son las predestinadas a ser solteronas, pero no precisamente por castas sino por feas. Llenas de barros en la cara, usualmente usan gafas por una miopía temprana, tienen tratamiento de ortodoncia para unos dientes incorregiblemente díscolos, sufren de mal aliento. A falta de llamadas de un galán en ciernes, sus teléfonos echan humo cada que entre ellas se gastan la tarde entera echando carraca a través de las bocinas. Hacen cofradías para mantenerse juntas y hacer las tareas, ir a hacer deporte o tomar el algo mientras las Grillas están divirtiéndose con sus amigos de turno. Cuando las invitan a los bailes, calientan sofá toda la noche, o bailan entre ellas o juegan trencito donde tratan de involucrar a los que si están bailando con sus parejas. Uno las reconoce no sólo por su obviedad física, sino por el graznido que sus lenguas afiladas y poderosas generan cuando están en la mitad de los cotorreos que tanto las animan.
Además de las anteriores, hay otros que también sirven para definir la fauna femenina. Las Sardinas son en general las adolescentes, conocidas como pelaítas, usualmente menores de 18 años. Son el deleite de los viejos verdes y de los exhibicionistas de colegio. Cuando las logran contactar para casas de lenocinio, en uniforme colegial, son una verdadera sensación. Se conocen también como Pollas. Si son bonitas y de cuerpo armónico, se les dice Bagrecitos, así en diminutivo, mote cariñoso y admirativo; muy distinto a los Bagres o Iguanas o Cocodrilos, que son Sardinas feas que se creen bonitas, haciendo un grotesco contraste, a diferencia de las Gallinas, que llevan con verdadera dignidad y muy concientes de sus limitaciones, las cargas de su maldición estética. Cuando una muchacha es de baja posición social, o es o se viste como pobre, o tiene aspecto sirvientoide, se dice que es una Pisca, y tiene una connotación francamente peyorativa. Las Gallinas viejonas se conocen como Pajarracos o Cotorras.
En cuanto a los hombres, la taxonomía de barriada también los clasifica:
El Lobo, expresión suprema del ascendido o emergente social gracias al narcotráfico, tiene su propio capítulo en el apartado de Las Carangas, páginas más adelante.
El Zorro. Normalmente se denomina así al astuto para los negocios que no tiene escrúpulos ni impedimentos morales para tratar de tirar ventaja al momento de hacer algún tipo de transacción con el prójimo. Es supremamente común en nuestras calles, auspiciado por ese concepto ancestral del Paisa despierto y avispado, que no deja perder una oportunidad y que en parte explica el apogeo del narcotráfico en nuestro medio, ya que desde el hogar cuenta con la anuencia de padres y hermanos. Recordemos aquel “Si puede conseguir plata hágalo honradamente hijo; y si no puede, consiga plata hijo”.
El Gallinazo local es una especie de Pato, con obsesión enfermiza de conquistar mujeres, casi que coleccionar aventuras, para poder luego fanfarronear y despertar la envidia de sus contertulios, usualmente una caterva de Patos esquineros. Suele tener una libreta donde anota nombres y teléfonos de sus Pollas. Cuando es fetichista, les roba su ropa interior, como trofeo máximo ante sus amigotes. Cuando es atractivo o eficaz en su labor, alcanza la categoría de Gavilán, usualmente merodeando alrededor de las muchachas bonitas nuevas en el barrio, o de las difíciles para los Gallinazos locales,(Cuyas presas favoritas son las Perras o las muchachas del servicio, que cuando son Perrunchas les dicen Chuchas Mantequeras) como profesoras, secretarias o doctoras.
Los Guaches o Toches, son aquellos seres que la vida les negó cualquier asomo de clase, distinción o estilo. Generalmente son pobres y de bajo nivel cultural, y no se esfuerzan en disimularlo. Ejercen oficios físicos y materiales, a la hora de beber o comer lo hacen hasta las últimas consecuencias, sus piropos ante una muchacha bonita o decente son temibles y pavorosos y harían sonrojar a un arriero. Cuando pelean con alguien, lo hacen en la calle y no quedan contentos sino le propinan una puñalada sobaquera a su rival, o le parten el rostro con el pico de una botella quebrada. Algunos, los de más trayectoria, sobrevivientes de varias cirugías por arma blanca y ex-convictos, cuando están enfiestados libando copiosamente, moliendo música despechada o parrandera, y cuidando un sancocho callejero de carne barata y pacotilluda, alcanzan la categoría de Macacos, que luego va avanzando a medida que circula la fritanga y el trago hasta hacer mutación en Cerdos, actitud de respeto que implica que en los próximos minutos es mejor desocupar la cuadra para evitar una tragedia.
La Mula no tiene sexo específico, aunque la denominación es más común en hombres. La principal es la que transporta en su cuerpo o en el equipaje alguna cantidad de drogas para transportarlas a otros países. En el capítulo de las Carangas hacemos referencia a ellos. También cuando alguien es muy bruto, tarado, tapado y sellado por dentro, se dice que es una Mula, lo mismo cuando es muy brusco y violento para jugar fútbol o deportes de grupo.
Los Lagartos son aduladores y lambones profesionales, expertos en el arte de sobar saco, echar cepillo, colarse a todo tipo de eventos fingiendo ser importantes o conocidos del dueño; son especialistas en echar sable, en pedir favores a cambio de nada, en empalagar la vanidad del anfitrión para sacarle algo a cambio. Suelen rodear a los Lobos, a un lado de los Patos, pero sin tener la gracia ni la aceptación de éstos. Son más comunes en los estratos altos y en las encumbradas esferas sociales, su hábitat es el coctel, aunque muchos de ellos suelen salir de nuestros barrios de clase media, donde hacen un curso rápido de Babosas y Sanguijuelas y comienzan a mirarnos por encima de los hombros.
El Sapo es imprescindible y no puede faltar en ninguna reunión humana de más de tres personas. No se aguanta las ganas , (ya que en él es una necesidad biológica) de contar, de llevar y traer, de aventar, de delatar; y no lo hace por llamar la atención, pues su estilo es rastrero, hipócrita y servil. Se da en todos los estratos y en todos los oficios. A veces comparte estigmas con los Lagartos, y cuando tiene algo de Lobo, puede ser temible y peligroso. Se reconoce desde pequeñín, y desde los colegios es estimulado por curas y maestros.
Cuando uno le debe plata a alguien, se dice que tiene Culebras, y son abundantísimas en los barrios. También se utiliza cuando alguien está ofendido con uno o cree que uno le hizo algo, sea cierto o nó. Los Sapos y los Lobos suelen tener muchas culebras tras de sí, y en ocasiones tienen que andar en todo momento con suero antiofídico.
Otro personaje habitual del barrio es el Cabrón, también conocido como Cornudo; sea éste el momento para hacer claridad entre ellos y los Cachones, pues el uso y el abuso de los términos han contribuido a la confusión y al uso indistinto de los apelativos de tales Cornúpetas.
Es cierto que ambos son astados, que lucen sobre su frente unas prominencias que en ocasiones les impiden atravesar la puerta de su casa y que dependiendo del estado de calcificación de la víctima pueden alcanzar tamaño, forma y ramificaciones, a manera de simple venado o rimbombante alce, pero son distintos.
El Cornudo, tiene unas sólidas prolongaciones que provienen, más que de su voluntad, del