pensando que otro día, acaso,
vuelva, si ocasión se ofrece.
Una etapa sin problemas
salvo un pequeño incidente
que ha tumbado a un penitente,
deja a mi musa sin temas
y a mis pulmones sin flemas
pues, sin parar de toser,
vierto las penas de ayer
por culpa de un constipado,
que me ha dejado tocado
el cuerpo más; no mi ser.
Un encaje de aguanieve
de la niebla se desprende
y en las capas fija y prende
dando al paisaje y relieve
la sensación de que llueve,
pero cuando el Sol se sube
por encima de la nube,
hace por ella jirones
y por ellos, los balcones,
que al húmedo suelo arrugue.
Bajo el Sol y su calor
que cuerpo y tierra agradecen
los campos al fin, fenecen,
y el aroma de la flor
al igual que su verdor,
se rinden a la ciudad
que al Cid le dio calidad,
a la historia su leyenda,
y al creyente, donde atienda,
por su fe y su caridad.
Burgos, ciudad de España
donde el claustro es filigrana,
y la piedra, se engalana,
por el arte y por la maña
del artista que la apaña
en la forma, y el motivo,
para ser de Dios testigo
de gente, tan religiosa,
que tiene al mundo por fosa,
y en el cielo, busca abrigo.
Me he asilado en una iglesia
cerca de la Catedral
que dispone de hospital
y es del cansancio anestesia
que mi cuerpo no desprecia
pues, traigo los pies dolidos
de los tramos recorridos
en asfalto y hormigón,
y han sufrido un calentón,
que los tiene alicaídos.
La fresca ducha repone
al cuerpo con su frescor,
y con renovado ardor
el que escribe se dispone
a comer donde supone
le sirvan un buen yantar,
y al poquito de buscar,
halla un mesón de su agrado,
con buen vino y buen asado,
donde se pone a almorzar.
Después de comer, se marcha,
a buscar la paz de Dios
ya que en su uno, son dos,
los que cantan esta Jarcha,
uno; va envuelto en la escarcha
de la duda que mantiene
sobre, lo que tras la muerte viene,
otro; en su filosofía,
paz en la sabiduría,
ambos; que luchar y hallar conviene.
De la Catedral me salgo
cuando la lluvia ha cesado
y el Sol al suelo ha oreado,
y de mi saber me valgo,
para correr como un galgo
por paseos y avenidas
que son por mi conocidas,
para aprovechar la luz
antes, que oscuro capuz,
deje las calles dormidas.
13ª etapa
Hoy se abre para mí
desde Burgos a León,
una nueva sensación
que me ha traído hasta aquí
por lo que me prometí;
que si a mis fuerzas llegara
el que Burgos alcanzara,
estas etapas pondría
donde les correspondía,
y a mis espaldas dejara.
Y a este objetivo me lanzo
a la luz de los faroles
que son remedo de soles
hasta que el sembrado alcanzo,
y conforme paso avanzo
y el alba arrasa tinieblas,
musa que me inspiras, pueblas,
mi alma, con temas nuevos,
y echándole un par de …,
me sumerjo entre las nieblas.
¿Por qué me evitas fortuna
el disfrutar del paisaje
que es nuevo en mi largo viaje¿,
que es de la historia la cuna
donde mi pasado auna
lo cierto con la leyenda,
en mis lecturas la prenda
donde vengo a conocer
con los datos del ayer,
que mi presente se entienda.
Pero el clima, ingrato velo,
de nieblas me ha procurado,
para que me vea privado
de ver la tierra y su cielo
libres, del celoso celo,
con que a mi cantar oculta
lo que se por gente culta,
y ralentizo mi andar
por ver, si quiere aclarar,
la niebla que mi afán multa.
Y porque soy de La Mancha,
yo no me quiero acordar
donde fui a desayunar,
tras el, mi recuerdo engancha
con otro que al alma ensancha,
y con fuerzas renovadas
en Rabé de las Calzadas,
entro con la devoción
que procura la emoción
de ver, sus piedras labradas.
Aquí encuentro a la alemana
que esta en un poyo tumbada
abierta y espatarrada
mirándome con desgana,
que por señas, me reclama,
para que me acerque a ella
y al llegarme, veo la huella
del dolor en su mirada,
quedando la mía clavada,
en sus ingles de doncella.
Cerca de donde el pudor
en su máximo se expresa,
veo la roja huella impresa
causante de su dolor
que a mi, me causa escozor;
las bragas le han lacerado
la carne, donde ha brotado,
la sangre en terrible herida,
por la parte más sentida
y el cuerpo es mas delicado.
Restaño y curo su herida
y le pongo un buen vendaje,
pidiéndola que en su viaje
haga reposo enseguida,
pero ella esta decidida
a pesar de su lesión,
a seguir con decisión
he ir, con las piernas abiertas,
por las llanuras desiertas,
por darle más emoción.
Yo escéptico, me despido,
después de darnos dos besos,
y la dejo con sus huesos
y su rostro alicaído,
mientras marcho decidido
sobre mis fuertes tobillos
a tomar café en Hornillos,
donde llego, en un suspiro,
y en busca de un bar me tiro,
rodeado de chiquillos.
No es de mi gusto lo visto
en un bar lleno de