La Primera Vez
Hoy, que voy camino a los cincuenta. Hoy, que parada en mis cuarenta, ya cuento con pasado, se me permite la licencia de hacer balance; pero para ser menos cruda, sería mejor compartirlo en forma de historia. Porque, acaso, a UD. Le pudo haber pasado lo mismo que a mí. Y, sino, tal vez parecido.
De todas maneras, ¿por donde puedo empezar? A veces siento que hay tantos principios que me doy el lujo de elegir el que más me gusta. Porque todos tenemos una historia que merece ser contada. No por juntar gloria, sino para tener la gracia de poder compartir un cacho de humanidad, en estos tiempos tecnológicos hasta el caracú. Como dije, hubo muchas primeras veces. Pero hoy me quiero ocupar de compartir solo cuatro. Y en especial de una. No por más preferencia pero si por una preferencia distinta pero igualmente meritoria. Las dos primeras en las que me enamoré y no tuve sexo solamente, sino que «hice el amor» como toda la frase lo indica. Y las dos veces que fui mamá. Alguna escandalizada me dirá: como podes emparentar ambas cosas. En principio, me lo dijo mi mamá postiza, así que no me extrañaría que alguien repitiera, escandalizada, la pregunta. Porque, la frase es real y no puro cuento. Y la verdad lo pensé. Pero la respuesta es, si, sí que puedo emparentar ambas cosas y lo rotundo se afianza cada vez más; sobre todo ahora, que se lo tengo que explicar a mi hija adolescente. Ambas acciones implican vida. VIDA. Cuando en realidad se siente e identifica el amor en todos los poros de la piel y el alma, se los aseguro, Uds. lo sabrán, señoras y señores, es hacer el amor. Nada menos ni nada más. Tan sencillo como eso y tan complicado, al mismo tiempo. Solo la vida pudo demostrarme una fusión tan especial, tan particular y tan única. Mi madre postiza fue capaz de un aliento, cuando también me dijo: «hay mucha gente que se muere sin saber de que se trata este asunto de amar de esta manera». Puedo darme por contenta y morir tranquila. Cuando el goce del cuerpo y del alma me hicieron mujer. Y me dio la sensación de que no fue coincidencia; así pues fue como le di las gracias al Destino. Dice el film Love Story, que como mujer y romántica incurable, por supuesto le sugerí a mi hija que la viera, para que vea más allá de la ficción, que el amor así, como le cuente, sucede, al menos una vez en la vida o varias, depende del Sr. Destino. Sucede, claro está, una historia de cuan maravilloso puede ser el amor. La dulce historia de amor. Y que es cierto, como dice la letra de la canción y la peli: es una historia más antigua que el mar. La simple verdad acerca del amor que nos dan. Que a veces es difícil poder empezar siquiera. Y no, no somos unas tontas, si recordamos su primer hola con su primer gesto, por ser mujeres ni por ser unas soñadoras incurables; sino porque eso que pasa por nuestras vidas queda inscripto en una memoria sensorial que a veces creemos, ni el fin de los tiempos podrá con ese recuerdo, tan nuestro. Tampoco necesitamos ser solamente mujeres pero si muy personas, cuando nos atrevemos a decir, que una persona le dio un nuevo sentido a un mundo, a veces vacío y le dio el empuje necesario para llenarlo de cosas bellas, a pesar de que ese amor nos deje. Ni que alguien le sumó una razón más a nuestra vida. ¿Cómo explicarle a unos dulces 16? Que alguna vez alguien llenó mi corazón de cosas muy especiales. De un par de canciones de ángel y, aunque parezca raro, también salvajes y vitales expectativas. Y que no importó el riesgo de perderlas, con tal de hacer caber la eternidad en un segundo porque había una certeza, corriendo por nuestras venas, pasara lo que pasara, jamás podríamos olvidarnos. El olvido no tendría cabida nunca en nuestros planes. Porque así como conozco los pliegues de su alma, mi memoria jamás podría olvidarse la geografía de su cuerpo. Cómo explicarme y explicarle a mí y a mis dulces 16 que no soy inmune a las preguntas, que como a ella, también me asaltan. Que tal vez el tema será en ser valientes para aceptar la incertidumbre que, a veces, tanto la vida como el amor nos deparen. Aquellas como ¿cuánto tiempo durará? ¿Puede el amor ser medido por las horas del día? Como la canción, no tuve respuestas nunca. Solo puedo decir que siempre estará la necesidad. Hasta que esta canción se consuma y no sé si la persona destinataria de este, mi amor, estará ahí. Pero lo bueno del balance es que arroja a mi orilla, desde el fondo de mi océano que a veces desconozco que me habita, es que de vez en cuando hay flotando alguna respuesta de la que agarrarme. Como una botella en el mar con un mensaje dentro. Que por ahí, sirva tan solo para mí o que por ahí también sirva para otros/as. Y entonces sé que ahora entiendo por qué a esta altura me gusta el tango, porque con la edad llega un pasado, que entiendo a Sabina, cuando dice yo no quiero un amor civilizado ni quiero que viajes al pasado ni vuelvas del mercado con ganas de llorar… Aunque, disienta, y si quiera uno y muchos 14 de febreros y muchos más cumpleaños feliz. Porque ahora, camino a los cincuenta y parada desde los cuarenta, puedo elegir. Yo si, quiero, que elija mi champú. Y hasta mudarme de planeta si mi amor viene conmigo. Y sigo queriendo domingos por la tarde y columpio en el jardín. Pero además quiero: «morir contigo si me matan y matar contigo si te mueres». Porque el amor cuando no muere mata, porque amores que matan nunca mueren…Yo si quiero, ahora, juntar para mañana, aunque nunca supe juntar para fin de mes. Yo también quiero calor de invernadero y besar algunas cicatrices. Y a veces no quiero contigo ni sin ti. Y entonces también sé, que las canciones que hablan de amor y practico en la bañera, no solo tienen el sentido de cantar lo que me gusta, sino el de repetir lo que dicen otros, que a esta altura del partido me identifica. Y tal vez este manifiesto solo sea un intento de poner en común, la experiencia más hermosa que pueda tener cualquier ser humano, la del amor y decirle a mi hija que a pesar de las espinas, esté abierta para encontrar las rosas. Que no existe la posibilidad de la existencia de una sin la otra pero que, claro está, para cualquier mujer es hermoso un ramo de flores en el corazón.
Mi nombre es Mönica, soy periodista free lance y escritora. He publicado en la revista Uno MIsmo, kiné, clarín, La nación on line, www.enplenitud.com,www.sosperiodista.com, www.gacetillaspopulares.com estudié psicología social y amo escribir por sobre todas las cosas. soy mamá de una adolescente y de un terremoto de cuatro años
Relacionados: Frases Romanticas