sociedad. La muerte es escondida. ¿Acaso no pusimos algún día / tablas sobre sus pechos y coronas, /piedras rectangulares, inscripciones? Los muertos, también los seres queridos, nos inspiran temor, quizá porque transitan en lo desconocido; el misterio ya ha sido desvelado para ellos, nosotros, los vivos, seguimos ignorándolo. La culpa, el remordimiento ya pierden su sentido frente a la eternidad que supone la muerte. Por la boca nos vamos descarnando es el segundo poema, que empieza con una metáfora sobre la muerte: el olor de las encías comparadas con la carne podrida que leíamos en el poema anterior. Y eso es porque, nos expresa el poeta en sus versos, llevamos a la muerte dentro de nosotros, somos muerte, porque, inexorablemente, un día moriremos. Los muertos no quieren hacernos llorar – de nada les sirve – y no quieren hacernos daño – sólo nuestro temor a la muerte hace que aflore en nosotros esa idea – desean, eso sí, nuestra piedad. …así/ sucederá mañana con nosotros. La muerte, como en el poema anterior sigue representando un tabú, por eso aprieto el paso. Aquí, curiosamente, es el blanco el color de la muerte, como en la tradición de los países orientales: …las paredes blancas / son las que llaman – así dicen – / a los insectos y a los muertos. Para volver, al final del poema, a nombrar a las encías, al olor, a la boca que se descarna como síntoma de un final inevitable. El tercer poema se titula Efecto de luz. Vemos, a lo largo de este poema, un juego de luces, como si fuera un cuadro, con claroscuros, penumbras y sombras. Hay un juego de colores, con las tumbas encaladas, los blancos azulejos, el sol, insectos esmeraldas, invisible bajo la luz, la sombra. Guillermo nos ofrece el juego de luces como si fuera un juego entre la vida y la muerte, de manera muy conveniente ya que de ello tratan estos poemas de la segunda parte. Nos cita el poeta: la sombra del animal … y busca empecinada reencarnarse. Esto me lleva a interrogantes como ¿la sombra se alimenta de la luz? O quizás, ¿la sombra existe por la luz? Quizá es una evidencia señalar que si no hubiera vida la muerte no existiría, porque la muerte necesita de la vida para existir, y la vida, tal y como la conocemos, necesita la muerte como su contrapunto. Nos dice Guillermo También lo horrible tiene / derecho a la existencia… Esto es una verdad poética, el lenguaje poético consigue nombrar lo oscuro, afirmar una verdad que en nuestra sociedad quizá sea también un tabú, una sociedad en la que imperan las falsas imágenes como decía Simone de Beavoir. La sombra podría ser el espejo donde se miran los muertos: cuando violentamente algo perece, / su sombra sigue aún por varios años. Esa permanencia de la sombra recuerda vagamente la presencia espectral después de la muerte, más que del alma, de algo oscuro – como lo que desmembraba los grillos en al primera parte del poemario, las sombras son como negros insectos – nuevamente los insectos, que parecen mensajeros sobrenaturales que interactúan de alguna manera con el mundo material ya que, como representación de los muertos, beben: leche, vino, saliva, alcohol y el aceite de las lámparas. Hay muchas clases de sombras: de objetos, de animales: pájaros, de hombres y mujeres, de libros y sonidos. Parece que todo aquello que una vez estuvo vivo deja a su paso un rescoldo de vida que se materializará en la sombra después de muerto. Nos encontramos también de sombras de baldosas masacradas, de piernas y brazos amputados… negras sombras de los desolladeros/ de las plazas de toros, jugando siempre con este efecto de luz que titula el poema, como expresión de lo maravilloso, en los versos anteriores, la sombra de lo vivo, con lo horrible, la sombra de lo ya muerto. Los objetos, vemos unos versos más adelante, también tienen sombra: de ropa vieja y de zapatos, / que visten y calzan los difuntos. Como si allá, en el otro mundo, los muertos necesitaran, como los vivos, ropa y calzado. Estas diferentes sombras precipitan la noche, como si la noche estuviera formada por todas las sombras de lo ya extinto. Curiosamente los muertos, o sus manos llagadas / huelen como espliego. No creo que sea una figura común decir que los muertos huelen a espliego, quizá sea por su recuerdo, por el sentimiento amoroso que inspira su recuerdo. Hay una interacción de los muertos con los vivos, que en general es una interacción entre aquello que está muerto – el pasado – con lo que aún vive, en un ciclo, porque lo que vive ahora estará muerto en el futuro, y lo que ahora aún no existe, estará vivo en el futuro. El presente, curiosamente, se define en la corrupción de un cuerpo. Quizá esta sea otra verdad que consigue nombrar el lenguaje poético. Llegamos al cuarto poema: Los tuyos y los míos, los de todos. El reino de los muertos pertenece a la noche, a la sombra, los versos en cursiva nos dicen que el rostro de los muertos ofende al mediodía. El silencio, expresa el poeta, es la única manera con la que podemos enfrentarnos a la muerte, al misterio que supone la existencia o no existencia de vida después de esta vida que sabemos temporal. El sueño es como una pequeña muerte y a la vez es esa hora en que podemos percibir la presencia y quizá comunicarnos con aquellos seres queridos que han muerto y que esa comunicación sea recíproca. El sueño se empareja a la muerte, el sol al descanso y la luz, curiosamente, a la enfermedad, quizá porque la enfermedad, es en sí, algo vivo.Afirma Guillermo: Sólo nuestros muertos/ pueden hacer de la muerte algo vivo. ¿Por el recuerdo, quizá, por la memoria? Porque, evidentemente, es una paradoja, de esas paradojas que sólo tienen sentido en la poesía. Ciertamente, todo morirá, porque todo lo vivo está destinado a morir. Vuelve a aparecer, recurrente, la palabra piedad. ¿Quizá por qué todos compartimos el mismo destino? El poemario se cierra con el poema Limosnas de sílabas. Desconozco a quién está dedicado este poema, pero la gratuidad del amor, y que el poeta se recuerde siendo niño me señalan que puede estar dedicado a la madre. Empieza con el moho, el agua, el pan. Ese pan que simboliza siempre la memoria y con el que acabará el poema, porque mediante la palabra el poeta quiere preservar la vida, porque la muerte física no la podemos evitar pero sí podemos evitar, o queremos evitar, la muerte mayor / la del olvido. Dios sería un símbolo de vida: Quizá sólo sea Dios esa voz baja / con la que hablan tácitos los muertos. ¿Señalaría el milagro de la resurrección, la existencia del alma? La muerte, entonces, ¿abriría paso a la eternidad? …Las manos / rebosantes de espliego / de limosnas de sílabas. El espliego era anteriormente el aroma de las manos llagadas de los muertos, la palabra, la que preserva del olvido. La palabra y el pan son inevitablemente dos símbolos religiosos: Y el verbo se hizo carne / y habitó entre nosotros. Este es mi Cuerpo, dijo Jesucristo. No sé que podría añadir a lo ya dicho en un pequeño comentario general: la poesía de Guillermo Pilía es poesía verdadera, ya que mediante el lenguaje poético consigue transmitirnos verdades, consigue nombrar las sombras, para dejarnos, al final, un pequeño sendero de esperanza.
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Teresa Domingo Català –
Sobre el Autor:
Teresa Domingo Català nació en Tarragona en el año 1967. Es licenciada en Ciencias Políticas y Sociología por la UCM. Es miembro de la tertulia de poesía Mediona 15. Ha publicado Iris de Sombras, Loliloquios, La nieve, los ángeles, Un amor que palpita solitario, Sonetilandia, El Gravitar del agua, Compasión en el tiempo de los locos y Majar las Rosas, todos ellos libros de poesía. Su obra poética está recogida en diversas antologías. Ha publicado en diferentes revistas de Internet poesía, cuento y teatro. Ha sido entrevistada en El oro de los tigres.
Tiene en su haber varios premios literarios, entre el que destaca el Premio Nacional de Poesía José Zorrilla, (Valladolid, 2006). Ha sido jurado de varios premios como “El verso digital” y el concurso de cuentos de Constantí. Recitó en la FNAC de Diagonal Mar en Barcelona, en el Centro de Arte Moderno de Madrid, y en la Casa de América, junto con otros poetas. Recientemente ha presentado su último libro de poesía en tierras bolivianas, en la Embajada de España en La Paz, en la Feria del Libro de Cochabamba y en el AECID de Santa Cruz de la Sierra (octubre de 2008).
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