Las Espinas
Tu Sombra Lejana
1.1:—Lejos se fue tu sombra
de mi camino
llevándose con ella
todo el olvido,
y, por más que lo niegue,
sueño contigo.
Lejos se fue tu sombra
lejos del nido
dejándome un vacío
donde guardaba tu amor
muy escondido
y el corazón me dice:
“No lo has perdido,
se lo llevó su sombra
con tu destino
y, por más que lo intentes,
no volverá contigo”.
Cómo quisiera verte
volver por el camino,
ya no me importaría
saber dónde quedó el olvido,
si veo a tu sombra
abrazada a la mía,
caminando muy juntas
sólo latidos.
Cuando Vuelvas
1.2:— Cuando vuelvas
vuelve por el camino del arcoiris;
amanecido y solo
mi corazón te lo pide.
Tráeme contigo
todos los verdes de la primavera;
tráeme las rosas nuevas,
el arroyo que danza entre las piedras,
el sol que entibia,
los sueños nuevos.
Cuando vuelvas
vuelve con el sonido de tus pies descalzos
sobre la greda.
Hay soledades en nuestra huerta
que como espectros me desesperan.
Vuelve con tu risa alegre;
vuelve trayéndome la vida
y el olvido que te llevaras.
Vuelve con tu paz de calor y abrigo;
vuelve y que yo crea que nunca te has ido.
Vuelve, que si no vuelves,
la vida ya no tiene sentido.
El Ensueño
1.3:— Vaga, laxo, el ensueño demorándose
en los juegos de la memoria:
esta flor de cristal,
–sin recuerdos, sin vida, sin aroma–
si cayera de su frágil pedestal
ni aún su transparencia
me dejaría.
Estas manos ajadas, tristes, frías
que conocieron del amor las ilusiones,
con sólo cerrar mis ojos y mirarlas
se transforman
volviendo a ser palomas,
luz y sol de mediodía.
Solo tu piel sobrevive intacta
en el ensueño que en mi frente anida.
Vestida de brumas de distancia
tu mirada se detiene altiva
crece hasta ser reja, muro, salida.
Y se aleja.
Y me lleva la vida.
Y yo me quedo mirando tus espaldas
sola, irremediablemente sola
perdida.
La Espera
1.4:— El péndulo del reloj marca el compás de la vieja mecedora.
La tarde, amarilla, se diluye en su postrer hora.
Los ojos viscosos, opacos, van del balcón al horario.
El mismo ritual diario desde hace tanto tiempo, ¡tanto…!
En intenso suspiro la angustia se escapa por su boca:
él no llega.
Las rosquillas endurecen bajo la pulcra servilleta,
en la tetera el té se muere de frío…
Galopar de recuerdos en el cuarto en penumbras, polvoriento.
Susurros del viento en el jardín desierto.
De a ratos detiene el balanceo:
expectante, aguza el oído.
En la vereda unos pasos se han detenido.
Mas no… siguen de largo…
Cruel golpeteo de las horas sumidas en mortal letargo…
Él vendrá hoy. Está segura. No pasará más sin verla.
Entrará sonriente, ensayando disculpas.
Le hará mil mimos… ¡le contará tantas cosas…!
Y ese momento juntos, será para ella
un año más de vida, ¡es esa su medida!
Los recuerdos juguetean, tangibles, por la casa.
Caramba con este corazón, ¿qué le sucede hoy?
De a nada desacompasa… está tan distinto…
como si quisiera quedarse muy quieto…
¡Dios! ¡cómo pesa cada latido!
Y este sopor extraño…
Y este dolor lejano, indefinido…
Señor…
No quisiera irme sin haberlo visto,
Sin acariciar su pelo
Sin dejarle en la frente un beso…
Sin apretarle las manos
Ni escucharle la jamás cumplida promesa:
“Vuelvo mañana”
La mecedora va quedando quieta.
Detiene su marcha póstumo suspiro.
Sólo del reloj retumba, macabro, el sonido
en la muda estancia…
Sentado a la mesa de un bar, café con amigos:
“¡Se me hizo tan tarde! ¡Vuelvo a casa!
¡Nos vemos mañana!”
Leyendo en la cama, viene a recordar:
“¡Qué torpe! hoy tampoco fui a ver a mamá!”
Se duerme confiado, no se preocupa más:
si le alcanza el tiempo, mañana se llegará
total, la vieja, siempre esperándolo estará…!
Así fue
1.5:— Así fue como te perdí:
te amé sin medidas, sin esperar nada te amé.
El cristal reflejó tu boca recorriendo mi piel;
mi piel, por ti lirio en primavera
que crecía hasta abrazar el cielo y la tierra.
Mi piel, tu equipaje plegado en tu sangre,
siguiéndote mansa y confiada
sombra.
Mi piel fue tu sombra
delirio despeñándose entre la lava
nada.
Tierra
sólo tierra reseca quebrándose en el páramo
aliento de violines arañando el silencio
sol de hielo
vacío de cara al cielo
caer
caer
caer
todo es nada.
Recuerdos
1.6:— Un vaivén de esmeraldas
agita el viento,
asombrando a los chopos
que se estremecen adoloridos.
Un camino amplio
tan amplio que parece perdido.
Silencio, sólo silencio.
Soledad bajo el sol que tiembla
tras las nubes, amarillo de frío.
Silencio, sólo silencio.
El Ángel de la Muerte
afilaba su lanza en tus ojos
y yo no supe verlo.
Silencio, sólo silencio.
Todos los sueños
se durmieron contigo.
Ayer
1.7:— De ayer recuerdo la violencia de los vientos
despeinándome
desgarrándome el vestido.
El aire suave
el sol ardiente
la piel sedienta
la lluvia bienhechora recuerdo.
La tempestad en la noche
el silencio poblado de grillos recuerdo.
La fría tibieza de tu piel
el dolor lacerante al crecer
el alarido
recuerdo.
El enaltecimiento de los sentidos
oliendo palpando mordiendo oyendo sintiendo
recuerdo.
El paredón blanco pintarrajeado
el oscuro laberinto cómplice recuerdo
la lluvia de rosas húmedas sobre mi almohada
recuerdo
recuerdo
sólo recuerdo una flor un pájaro un nido.
Sólo recuerdo.
Ya no vivo.
Callar
1.8:— Primero eliminamos las palabras
luego, tras las palabras,
se fueron los gestos.
Después,
poco después,
desaparecieron las caricias,
las sonrisas
las ilusiones
los sueños nuevos…
…al fin
quedamos desnudos,
ateridos de frío,
vacíos, áridos
marchitos
desiertos
sedientos…
de pie, pero muertos.
Se ha Parado el Viento
1.9:— Se ha parado el viento
el cielo es testigo
y mi grito se pierde
sin un destino.
Se fue quedando quieto el río
las aves mudas
y mi tiempo detenido
en un suspiro.
Cuando vuelva la tarde
cerca del camino
yo saldré a mirar
por si has venido.
Porqué me duele tanto el día
si el día es vida
porqué igual me duele
si yo ya lo sé.
Porqué me duele tanto esta vida
si la vida, como vos,
se va sin volver…
porqué igual tanto me duele
si a todo eso
yo ya lo sé.
La Palabra
1.10:— Cuando viene avanzando la palabra
el silencio se recoge
pez dormido.
Un lejano batir de alas blandas
se ha perdido en la curva que modela
la idea, la oración, el sueño, el sentido.
Avanza la palabra, y siembra.
La palabra avanza y cosecha.
Y es bálsamo, y es acero,
y es canto y alarido.
Es cielo y es infierno.
Es encuentro y es desencuentro.
…es tiempo perdido.
La palabra…
La palabra dulce y la que nos ha herido.
La palabra…
que nace de nosotros y se marcha
tal si nunca hubiera sido.
Avanza la palabra
y es latido, fuerza, vida,
muerte
olvido.
Adagio de la Soledad
1.11:— Yo soy quien asistió de pie
a su propio entierro.
Yo soy quien arrojó una alba cala
sobre el ataúd de sus sueños muertos.
La que dejó caer
gota a gota
todas sus ilusiones
y no guardó una sola
una sola.
Aquella que camina sin luz ni sombra