atardecer,
de los negros nubarrones
ha caído agua a montones,
he venido a agradecer
que me venga a conceder
el cielo, mi rogativa,
que la ha tenido cautiva,
hasta que llegó a destino
el último peregrino,
de esta jornada festiva.
6ª etapa
Tal como viene ocurriendo
desde que inicié el camino,
durmiendo; no he estado fino,
y por la noche, no viendo,
salgo de este pueblo huyendo
no de sus muchas bondades
ejemplo de otras ciudades,
huyo de otra noche en vela,
cual inútil centinela
de vacíos y soledades.
Si ayer en sudor mojado
el camino transitable
se hizo largo, insoportable,
hoy, con el suelo embarrado,
el andar se hace pesado
hasta que vengo a alcanzar
un habitado lugar
por el asfalto ganado,
al cual, se queda pegado,
junto al barro, mi pesar.
Tras este lugar y otro
que hay tras una vaguada,
está menos embarrada
la senda donde soy potro
por la cual, corro y galopo,
por el frescor animado,
a través del verde prado,
atravesando vaguadas,
y entre pequeñas pinadas,
que me llevan relajado.
Tras un continuo bajar
y un consiguiente subir
sin esfuerzos, ni sufrir,
nada digno de contar,
vienen mis huesos a dar
con los predios de Viana
que principesca, y galana,
te ofrece una buena fuente
que sacia al más exigente
y al cuerpo sediento, sana.
Me la encuentro engalanada
celebrando el centenario
de un guerrero temerario
que aquí, finó su jornada
en batalla celebrada,
y como yo no soy fiero
y solo descanso quiero,
buscando albergue y mesón,
recorro la población
con aires de forastero.
Tras llenarme bien la tripa
y asear mi piel morena,
hago de calles mi arena,
y convertido en Agripa,
mi interés busca y destripa
monumentos y fachadas
que me roben las miradas,
y llevar a mí saber,
lo que pueda conocer
de mil historias pasadas.
Aquí, una iglesia agrietada,
allá, una fachada hundida
con una historia perdida,
acá, otra iglesia arruinada,
una casa blasonada,
o una piedra, que denota,
que el tiempo siempre derrota,
el orgullo y vanidad,
de quien se creyó deidad
y hoy yace, ignorada y rota.
7ª etapa
No te vayas de mi lado
Musa, porque ahora conviene,
cantar la tierra que viene,
y quiero estar inspirado
teniéndote a mi costado,
que entro donde mil cantares
pregonan de estos lugares
la excelencia de sus vinos,
y han de ser mis versos finos
para honrar a sus lagares.
Rima con coño, Logroño,
pero aquí, tengo que obviar
el ser zafio y ser vulgar,
porque el lector; sea retoño,
o dama que luzca moño,
deben ver en mis escritos
los lugares bien descritos,
sin tener que rebajarme,
a usar palabra que alarme
los oídos de los benditos.
He salido de Viana
con fuego en el corazón,
sin atender a razón,
y abandonando la cama
que mi sueño me reclama
por andar de día soñando
lo que me voy encontrando,
sin esperarse a soñar,
cuando me voy a acostar
y el cuerpo anda reposando.
El día me ha sorprendido
cuando la ciudad despierta
me ha dado su puerta abierta
por la cual, yo me he metido
por la emoción encogido
no sin antes, admirar,
al Ebro en su caminar,
y al poco, tomo el vial
que lleva a la Catedral
a la cual, no puedo entrar.
Ya que me encuentro cerrado
este templo a cal y canto,
calle arriba me adelanto
al que hoy camina a mi lado,
y con paso espabilado,
marcho en busca de un cajero
para hacerme con dinero,
ya que este, va menguando,
y aunque el viaje lo hago andando,
se gasta, el muy puñetero.
Haciéndose el vil metal
acomodo en la cartera,
disfruto la placentera
y bonita capital
que me ofrece el recital
de sus calles y sus gentes,
en la mañana, pendientes,
de acudir a su trabajo,
mientras que yo me relajo,
viendo sus hermosas fuentes.
Los pasos que aquí doy ya están contados
y aún estando en Logroño, vivo ausente,
que tengo rondando por mi mente
los campos de vid engalanados
por tal, mis pasos van apresurados,
buscando la frontera, donde fina,
la ciudad que me oprime y elimina,
y hallar de la campiña sus olores,
el lúcido tapiz de sus colores,
y el relajo que da el ave cuando trina.
Al cabo de un rato en descampado
sin taberna, o mesón, que traiga el hado,
vengo a dar en la cuenta que he olvidado
tomar para el camino algún bocado,
y cual potro que anda desbocado,
acelero mi paso, y voy sintiendo,
que la tripa vacía va sufriendo
en tanto la sed, apenas brota,
encuentra en el camino alguna gota,
mientras oye a las tripas maldiciendo.
Alcanzo Navarrete entre las riñas
que procura el progreso a nuestro agro
y asisto al torneo, duro y magro,
del asfalto y los autos con las viñas,
y heridas por la lucha entran mis niñas,
a ver si en la ciudad se han respetado
la piedra, la reja, y el tejado,
encontrando lo vulgar y lo sencillo,
levantado en aluminio y en ladrillo,
dejando al buen gusto aniquilado.
En llegando a la perla de su centro
que fortuna con piedad procura,
le encuentro