en su antigua arquitectura
y en su borde un bar donde me entro,
y sentado en la barra una vez dentro,
dejando mi mochila tras la silla,
me desayuno un buen pincho de tortilla
por vaso de vino acompañado,
dejando al apetito, saciado,
y a las tripas en paz con su rencilla.
Navarrete hoy volcado en los viñedos,
de su antigua y feraz etapa islámica,
apenas quedan talleres de cerámica
que puedan disfrutar ojos y dedos,
pues se hallan con pesar, mustios y quedos,
abierto su presente a otros negocios,
y viviendo su gente en otros ocios
por los cuales, se vive otra cultura,
que no por ser moderna, es menos dura,
que aquella por la cual fueron famosos.
8ª etapa
Ayer, se vino el cielo encapotando,
y espesos chaparrones derramó
sobre el seco campo, que lo agradeció,
poniendo en guardia al que vive andando
y que hoy en la mañana, anda dudando,
si sacar de la mochila el chubasquero,
previendo que le caiga un aguacero,
o salir en la fortuna confiando,
que los cielos le vayan respetando
mientras dure su etapa de viajero.
Hijos de Baco oíd,
que para envidia vuestra
hoy a mi diestra y siniestra
he hallado campos de vid,
y en vuestra envidia, sentid,
el disfrute que he sentido
viendo, que en la cepa erguido,
el pámpano reverdea,
y se hace rumor y marea
sobre la tierra tendido.
Sabed, que solo es promesa,
de esta clara primavera
lo que al otoño se espera,
y da muestras de ser gruesa
pues, el viñedo se espesa,
bebiendo, lo que los cielos,
lloran bajo espesos velos
de nubes algodonadas
que pasan, bien apretadas,
en lentos y húmedos vuelos.
Entretanto que sedientos
en el Olimpo estáis presos,
voy disfrutando sus besos
montado sobre los vientos
holgando de estos momentos,
e imaginando el licor
que nazca de su verdor,
me hallo cruzando las vías
de Nájera y sus cercanías,
con buen paso, y buen humor.
Hoy he sido previsor
y antes de cruzar el puente
de esta ciudad floreciente,
he disfrutado el sabor,
el aroma, y el color,
de un buen pincho de tortilla
que ha sido una maravilla,
y de un buen vaso de vino
a mi paladar, divino,
que me ha dado una chiquilla.
Después, mi vista ha gozado
del río, sus verdes riberas
henchidas de primaveras,
del parque bien arbolado,
de su bien cuidado prado,
de su pasado, esculpido,
en piedra que el tiempo ha herido,
del lugar donde los reyes,
fueron de la historia bueyes
que al presente la han traído.
Y como el cielo da muestras
de llorar por mi emoción,
acabo aquí mi canción
y me lanzo hacia unas cuestas
con mente y voluntad puestas
de ganar Azofra pronto,
porque sería necio y tonto,
soportar un chaparrón,
por faltarle una oración
a esta historia que me monto.
Vuelve de nuevo a abrazarme
el prometedor viñedo,
y aquí callarme no puedo
aunque vengas a nombrarme
pesado, por dedicarme,
a versar con sentimiento
y dar mi canto al sarmiento
que con su jugo acompaña
a mi dolor, y restaña,
heridas de amor que siento.
Llego, cuando el viento aventa
unas gotas de sudor
que sudan con su calor
unas nubes de tormenta
que, apenas las tengo en cuenta,
puesto que Azofra me acoge,
y en su albergue me recoge
dejándome la impresión,
de ser hotel o mansión,
a lo que mi etapa exige.
Del fruto de los viñedos,
me ha dado cuenta cabal
un edil municipal,
que gracias a los robledos,
viven en silencio quedos
en el frescor de la cueva,
a cuyo fondo, me lleva,
a disfrutar la ambrosia
que al triste, le da alegría,
y al mudo, para que hablar pueda.
Laudos a Diego y su hermano,
que, siendo la tarde lluviosa,
en la cueva ha sido hermosa,
y como voy de paisano
les doy las gracias, mi mano,
y un poquito cabezón,
me retiro a mi rincón
a soñar con lo vivido
que su arte, ha permitido,
grabar en mi corazón.
9ª etapa
Ha hablado Baco a los dioses
por su lengua viperina
con rabia, y feroz inquina,
de mis versos y mis goces,
mis holas y mis adioses
al venerable viñedo,
y a merced de ellos me quedo,
porque el borracho taimado
a los dioses me ha enfrentado
mas; vencerlos, quiero y puedo.
Así; cuando a mi salida
la lluvia me hace sufrir,
estoy dispuesto a partir
siendo en él causa perdida
el que yo obvie mi partida,
que la épica se escribe
mejor, cuando se recibe,
del enemigo un mandoble,
pues, tiene merito doble,
quien tras vencer; lo describe.
Un barrizal imposible
que exige tenacidad,
acecha en la oscuridad
y se hace indescriptible
para quien hace posible
pasar esto a la leyenda,
pero sabed, que mi menda,
venció al Olimpo y su furia,
a su soberbia, y su incuria,
sin que prudencia le atienda.
Aquí restando valor
a Hércules y sus trabajos,
fueron los lodos atajos
por mi fuerza y mi pudor
para salvar, con honor,
las trampas que puso el cielo
con mal arte, y mucho celo,
al principio de esta etapa
que esta crónica, destapa,
a los que habitan el suelo.
El resto fue una llantina
de ese gordinflón beodo
que reina empinando el