
Pasion, Amor De Chopin Para Con George Sand
Después del silencio, lo que más se acerca a expresar lo inexpresable es la música. Aldous Huxley
Muy interesante, además de la genialidad de cada una de las personas citadas , de acuerdo a sus especialidades, música y literatura, los que nos legaron mientras pasaron por esta dimensión, esta lo concerniente a su romance, pasión, amores.
Nos aporta, ccgediciones.com, que Aurore Amandine Lucile Dupin, convertida posteriormente en Dudevant por su matrimonio, y célebre en todo el mundo bajo el seudónimo de George Sand, nació el 1 de julio de 1804 en París, hija de una pareja que se había casado el mes anterior, siendo su padre Maurice Dupin, militar con el grado de capitán en los ejércitos napoleónicos, y su madre Sophie-Victoire Delaborde –hija de un vendedor ambulante de pájaros-, una muchacha de vida un tanto aventurera , madre soltera de otra relación y la amante del general del regimiento en el que se hallaba Dupin. Ambos se enamoraron y pese a la oposición de la madre de Maurice, la exquisita dama Aurore Dupin de Francueil, contrajeron un matrimonio secreto, que puso al descubierto el nacimiento de su nieta, con la que luego la uniría un gran afecto compartido.
Se comenta, que la niña dibujaba y escribía, escribía muy bien, tenía una facilidad natural para ello, y mucho escribió en aquella época, prosa y verso; hizo grandes amigas y, dado a que su personalidad resultaba muy acusada, pronto se convirtió en una contestataria de la época, una rebelde que decía no creer en Dios, por no creer en nada, con el consiguiente escándalo. Pero aquel estado de ánimo duró poco, le entró la vena mística de golpe y entonces quiso ser monja, con igual apasionamiento que antes lo había negado todo.
Su abuela, viendo cercana la muerte, estimó que era preciso sacarla del convento y buscarle un marido que la protegiera, la muchacha ya tenía 17 años, pero no contaba con que su nieta aborrecía la idea del matrimonio si éste era impuesto, matrimonio sin amor con un caballero respetable, y que en lo que menos pensaba era en casarse, aunque no le desagradara la idea de verse cortejada.
Se le empezaron a buscar pretendientes a Aurore, en lo que participó activamente su abuela, pero la pobre señora murió de vejez el 15 de diciembre de 1821, sin haber conseguido llevar a cabo el sueño de ver a su nieta bien casada y protegida, es decir, lejos de las influencias de una nuera que la condesa Dupin de Francueil jamás aceptara. Y, en efecto, Aurore cayó en las manos de su madre que la arrancó de las de un tutor responsable nombrado por su abuela, y hasta abril de 1822, duró el tira y afloja entre madre e hija, ya que en aquella primavera Sophie-Victoire la llevó de visita a casa de los du Plessis, él viejo compañero de armas de Murice Dupin, con quienes se quedaría la muchacha, una larga temporada, familia amable y bondadosa que se convirtió para ella en la que nunca había tenido.
Por medio de los du Plessis conocerá Aurore a su futuro marido, Casimir Dudevant, hijo natural, aunque reconocido, del barón Dudevant y de una criada. Entre ellos se estableció una gran amistad y finalmente, pese a la marcada oposición de su madre, Aurore contrae matrimonio con Casimir el 10 de septiembre de 1822.
Lo que sigue después es una curiosa historia hecha de amor al principio y que más tarde, después del nacimiento del primer hijo, Maurice como el padre de Aurore, se convertirá en otra muy distinta de desamor e infidelidades; cuando Aurore deja de amar a su marido lo hace porque éste la engaña y entonces ella comienza a enamorarse, platónicamente al principio, de otros. Como resultado su segundo embarazo, la niña Solange, no es del padre oficial
Se dice, que Sand tuvo muchos amantes, el revolucionario Michel de Bourges, el botánico y poeta Charles Didier, el filósofo Pierre Leroux, el actor Bocage, el dramaturgo Félicien Mallefille, hasta que en 1837, Federico Chopin entra en su mundo por intermedio de Liszt y la condesa d’Agoult.
Mucho se ha escrito sobre los amores de Chopin y George Sand, y así, para la leyenda ha quedado que Federico Chopin fue su único gran amor, cuando en realidad no era más que «uno» de ellos, e incluso se puede decirse sin miedo a errar, que fue un amor totalmente platónico ya que, debido a la mala salud del músico parece ser que no hubo entre ellos ningún tipo de relación sexual; el que George Sand se desviviera por él y le cuidase maternal y abnegadamente, como, por otra parte, solía hacer con todos sus amantes, no significa que Chopin fuese un caso aparte para ella, posiblemente sí el primer músico que entraba en su vida, pero nada más.
En un interesante artículo sobre ello de Ernesto Schoo para el diario La Nación de Buenos Aires, expresa, que en el otoño de 1836 los presenta un amigo común, Franz Liszt, durante una velada musical en el Hotel de France. Sand es seis años mayor que Frédéric, y su atuendo y los modales masculinos sorprenden al compositor, que se inclina al oído de su amigo Ferdinand Hiller: «¡Qué antipática es esta Sand! ¿Es de veras una mujer?». Simétricamente, Sand le pregunta a su amiga de toda la vida, madame Marliani: «¿Es éste un hombre? Parece una niña». Si la anécdota es verídica, la asignación de papeles ya está jugada desde el comienzo, porque George será el varón (la iniciativa sexual será de ella, tiempo después, en otra velada musical, esta vez en casa de Chopin) y Frédéric, no exactamente la mujer (su virilidad no está en duda: las mujeres caían a sus pies y él las cosechaba con entusiasmo) pero sí un hombre delicado, muy cuidadoso de los modales y las formas.
En el verano de 1838 se instalan juntos en París, en departamentos contiguos, George con sus hijos y un servidor; Chopin, solo. También separados viajan a Mallorca, supuesta Isla del Sol (llovió casi todo el tiempo que estuvieron allí), por consejo del médico que atiende la tuberculosis -junto con la sífilis, el mal de la época- del músico. Alquilan una hermosa villa, Sant Vent, de la que son desalojados al revelarse el mal que aqueja a Frédéric. Se los obliga a pagar la desinfección de la propiedad. Se mudan a la Cartuja de Valldemosa, antiguo convento, donde ni siquiera hay un piano decente para componer. Chopin le escribe a su amigo de París, el fabricante de pianos Camille Pleyel, pidiéndole que le envíe uno. De paso, le comenta: «Mi celda tiene la forma de un ataúd».
Cuando por fin llega el piano, en enero de 1839, la hostilidad de los mallorquines, temerosos del contagio y escandalizados por la índole de la relación, estalla por fin. Pretenden cobrarles un altísimo derecho de importación: George consigue, con diplomacia y gritos oportunos, una rebaja considerable. Pero la enfermedad avanza y el 13 de febrero son prácticamente expulsados de la isla. El magnífico piano es malvendido, porque nadie quiere hacerse de un instrumento donde tocó un tuberculoso. En Barcelona, paran en el Hotel de las Cuatro Estaciones, que les cobra el importe de la cama, pues deberán quemarla, según las normas sanitarias. Ya en suelo francés, en Marsella, la mejoría se acentúa: tras una quincena en Italia, en mayo, pasan el verano en Nohant. Chopin pesa 45 kilos. El 12 de octubre vuelven a París: Chopin se instala en el 16, rue Pigalle, pero no puede pagar el alquiler (gana mucho pero también gasta desproporcionadamente), Sand le consigue otro, más barato, y se hace cargo de los gastos. La relación duró nueve años; la pasión, apenas dos, si damos crédito a esta carta de George a un amigo, del 12 de mayo de 1847: «Hace siete años que vivo como una virgen. Con él y con los otros». Bajo la apariencia idílica, en Nohant latían pulsiones tormentosas. Una noche, en el verano de 1848, en presencia de Delacroix, Heine y, por supuesto, Chopin, George les leyó su novela más reciente, Lucrezia Floriani . La historia de una famosa cantante, enamorada de un adolescente al que debe cuidar y atender como si fuera un hijo y no un amante. Chopin, impasible. Delacroix le confiaría a una amiga, poco después: «Pasé tormentos durante esa lectura. El verdugo y la víctima me asombraron por igual». Heine, a su vez, escribió a su amigo Laube: «Ella maltrató escandalosamente a mi amigo Chopin, en una novela detestable pero divinamente escrita». La ruptura definitiva ocurrió por un drama doméstico. La hija de George, Solange, insistía en casarse contra la voluntad de su madre, quien pretendía imponerle a Chopin que ni siquiera se pronunciara en Nohant el nombre de la muchacha: «Si llegas a nombrarla en mi presencia, no vuelvas más». Chopin nunca volvió.
* Diario la Nación de Buenos Aires
Ing. Industrial-administrador, abogado.EGADE (ITESM), UC Universidad de Chile, Postgrados maestrías en Administración de empresas mención mercados, recursos humanos; Calidad y Productividad; educación Doctorado en Educación Profesor titular e investigador Area de Postgrado de Faces UC. Coordinador Programa de postgrado gerencia de la calidad y productividad, Faces, UC Consultor -asesor empresarial DEPROIMCA http://www.entorno-empresarial.com EXATEC